Originalmente publicado en Nación 3, 2, 1.

La senadora Jesusa Rodríguez, mejor conocida por su amplia y muy admirada trayectoria como cabaretera, ha roto las redes sociales un par de veces en los días recientes con sendos videos pontificando sobre la maldad que implica comer animales.

La actriz suplió en el Senado a Olga Sánchez Cordero
La actriz suplió en el Senado a Olga Sánchez Cordero. (Foto: Notimex)

En el primer video denunció la explotación del que son objeto las hembras de una lista de animales con interés económico, y las equiparó con las mujeres, en el marco del 8 de marzo que se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Pero solo se refirió a las mamíferas, ni aves ni pescadas ni atrópodas le merecieron consideración. El otro video fue publicado el 14 de marzo, fecha en la que, inició la conquista de México a través de la abolición de la dieta mexicana y la imposición del cerdo, animal diagnóstico de la comida católica de España, según la senadora. Básicamente dio a entender que quienes disfrutamos los tacos de carnitas somos traidores a la patria originaria y que si nos dejamos imponer la religión y la cultura fue por tragones.

Naturalmente la reacción en las redes y los medios fue de sorna generalizada.

La postura anti imperialista de la senadora Rodríguez tiene varios problemas. Para empezar, el cerdo no es de origen español, sino chino. Así, el chovinismo gastronómico de la senadora refleja más bien ignorancia de la complejidad del sistema alimentario global a lo largo de la historia. Así como Colón llevó el maíz, el tomate, el cacao, la vainilla y las tunas al resto del mundo, en México hemos adoptado (y adaptado) elementos fundamentales de otras culturas en nuestras gastronomías. Gastronomías en plural, porque el antecedente de México es mucho más diverso que la simple Tenochtitlán que añora la senadora.

Además de los distintos animales domesticados, las gastronomías mexicanas han naturalizado a distintos elementos vegetales exóticos, entre los que destacan de manera fundamental el limón, la cebolla y el cilantro. Así es, la indispensable «verdura» de los tacos es de origen asiático, tal como lo son la canela y la caña de azúcar del ponche navideño (otra imposición colonial) y hasta la marihuana que la propia senadora anda promoviendo esta semana.

Sin embargo, hay que conceder que la preocupación de Jesusa tiene sustento doble en la ciencia. Por un lado, es sabido que la expansión de la frontera agrícola es una de las principales causas de degradación ambiental y que los principales cultivos se destinan a la crianza de animales. En México, nada más, la producción de forrajes representó, por peso, casi la mitad de la producción agrícola de 2015. Si bien los cerdos implican muchas menos emisiones de gases de efecto invernadero que la crianza de vacas, la creciente demanda por su carne, sobre todo en China, causa impactos en casi todo el mundo dado que la producción de carne en ese país es inferior a la demanda.

Por otro lado, aunque no es natural desde el punto de vista evolutivo, desde el punto de vista de la salud pública también haríamos bien en comer menos carne, cuyo consumo en exceso se ha ligado a distintas enfermedades crónicas incluyendo algunos tipos de cáncer.

A Chuchita la bolsearon

Si bien una reducción considerable en el consumo de carne es necesaria para mantener la vida (humana) en el planeta y está demostrado que una dieta predominantemente basada en plantas es la que brinda mayores beneficios a la salud (humana otra vez), la posición ideológica de la senadora Rodríguez es preocupante dada su preeminencia. Emitir sentencias sobre la moral pública desde el poder, en este caso desde un escaño del Senado, vulnera las libertades de los ciudadanos. Cuando además los dichos vienen desde la superioridad moral de una posición extrema, casi religiosa, el riesgo para la seguridad alimentaria es mayor.