Originalmente publicado en «Crisis ambiental»
el Blog de medio ambiente de Nexos
El cambio climático que está experimentando el planeta como consecuencia de distintas actividades humanas se ha convertido en uno de los temas ambientales de mayor notoriedad en años recientes. Dada la importancia y urgencia de que la sociedad tome medidas para disminuir los efectos nocivos del cambio climático, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) tiene como mandato realizar una serie de evaluaciones del estado del conocimiento sobre el cambio climático para proporcionar a los tomadores de decisiones diagnósticos sobre los riesgos asociados al cambio climático, así como plantear distintas opciones de adaptación y mitigación.
Hace unas semanas, el IPCC dio a conocer el documento final de su sexto ciclo de evaluación sobre el cambio climático. Se trata del informe sobre mitigación del cambio climático. En ese documento de casi tres mil páginas, 278 científicos de 65 países presentaron una síntesis de más de 18,000 reportes de investigación y políticas públicas sobre cómo limitar el calentamiento del planeta a 1.5ºC con respecto al clima que existía al inicio de la revolución industrial.
De acuerdo a este informe, la única forma de mantener el calentamiento a raya y evitar una catástrofe climática es reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero antes del año 2030 de camino a la meta de la neutralidad de carbono (cero emisiones netas) planteada para mediados del siglo. Además, es importante considerar que los gobiernos nacionales han sido negligentes en implementar políticas públicas y programas para reducir sus emisiones por lo que es necesario a estas alturas retirar carbono de la atmósfera. A pesar de este difícil panorama, el informe presenta estrategias para distintos sectores de la economía, a través de las cuales es posible reducir las emisiones y retirar carbono de la atmósfera con la rapidez necesaria.
La primera medida urgente es dejar de quemar combustibles fósiles. A la física de la atmósfera le da lo mismo si se quema carbón, chapopote o gas natural “limpio”. El bióxido de carbono absorbe la energía solar y evita su disipación al espacio, independientemente de su origen. El uso de combustibles fósiles para producir la electricidad utilizada en diversos procesos industriales y el transporte es responsable de dos terceras partes de las emisiones de gases de efecto invernadero. El informe del IPCC subraya la urgencia de acelerar la transición energética y entrarle de lleno a las energías renovables, sobre todo la solar y la eólica, cuyos costos se han reducido hasta en 85 % en los años recientes. Un ejemplo contundente de cómo dejar de quemar petróleo fue la notable reducción de la contaminación atmosférica que se documentó en buena parte del planeta durante la llamada antropausa, esos meses de 2020 cuando el planeta se quedó en aislamiento y hasta la fauna silvestre aprovechó el silencio y se apersonó en varias ciudades del mundo.
Otro sector con enorme potencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e incluso retirarlo de la atmósfera tiene que ver con la necesidad de poner en práctica sistemas más racionales de gestión de la naturaleza. Específicamente, la producción de alimentos y el mal manejo forestal son responsables de la quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. El informe del IPCC identificó que la captura de carbono atmosférico a través de la agricultura es una medida de mitigación con gran potencial. Un ejemplo de ello es dejar de hacer la práctica de roza-tumba-quema que sigue estando muy extendida en distintas partes del planeta para implementar en su lugar prácticas de la llamada agricultura de conservación que incluyen no arar ni revolver la tierra antes de la siembra para acumular materia orgánica en el suelo. El suelo, una parte de la biósfera de la que se habla poco, es un reservorio con enorme capacidad de acumular carbono a largo plazo, la cual bajo un mal manejo puede ser fuente de gases de efecto invernadero. Otra estrategia es el uso de cultivos perennes, como árboles frutales que acumulan carbono en la madera con el paso de los años. El manejo adecuado de nutrientes también puede reducir la emisión de compuestos nitrogenados que terminan contribuyendo al calentamiento atmosférico y son precursores de contaminación atmosférica.
La producción de alimentos también es la principal fuente de metano. Este gas se genera a través de procesos anaeróbicos como la digestión de las vacas, el cultivo de arroz, la fermentación de deshechos agroindustriales y en las lagunas de contención de los residuos de las granjas de cerdos. A pesar de que representa apenas 20 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, el metano es 25 veces más eficiente que el bióxido de carbono en atrapar la energía solar. Para reducir las emisiones de metano, la evidencia sugiere reducir el consumo de carne en las dietas urbanas y hacer un mejor manejo de los residuos de la agricultura y la ganadería, incluyendo la reducción de desperdicios. Una posible solución es el #MeatlessMonday (lunes sin carne) que es una tendencia que se ha visto en redes sociales con la intención de disminuir el consumo de carne y ayudar al medio ambiente.
La gestión sostenible de bosques y selvas también puede hacer una contribución importante a la mitigación del cambio climático. Es especialmente urgente y efectivo detener la degradación de los ecosistemas y la deforestación. Su potencial para reducir emisiones es comparable con la que se lograría a través de la adopción generalizada de energías renovables. En el mismo sector, la reforestación y restauración de ambientes degradados también tienen gran potencial de contribuir con la mitigación del cambio climático. Sin embargo, aquí hay que tomar en cuenta que la práctica de sembrar árboles por doquier para establecer bosques artificiales, como han intentado programas de gobierno en distintos países, no es la única alternativa ni, en algunos casos, la mejor medida de adaptación. Dependiendo de las características ambientales, ecológicas y sociales del lugar, opciones como el establecer plantaciones maderables o frutales, emprender una restauración ambiental más de fondo, o simplemente permitir la regeneración natural pueden tener mejores resultados a la larga.
Para cada sector que contribuye de forma sustancial al cúmulo de emisiones de gases de efecto invernadero, el informe del IPCC presenta distintas estrategias de mitigación y analiza las posibles estrategias. Sin embargo, dada la incapacidad de los gobiernos nacionales y el desdén de las industrias, han sido algunos miembros de la sociedad civil organizada y algunos gobiernos locales quienes han impulsado y logrado la implementación de medidas de mitigación que sí funcionan. Un ejemplo muy reciente es la conversión de distintas avenidas parisinas a vías para peatones y ciclistas, una medida promovida por la alcaldesa durante la pandemia. En términos de la transición energética, es destacable la legislación implementada en el estado de California que fomenta la adopción de energías más limpias y financia desarrollo de nuevas tecnologías.
La advertencia del informe del IPCC es muy clara: vamos tarde y mal para detener el cambio climático. La única forma de evitar una catástrofe generalizada es empezar inmediatamente con la reducción acelerada de las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr que las emisiones se reduzcan a la mitad antes del final de esta década. A estas alturas ya no es suficiente con dejar de contaminar ni de deforestar, todos los escenarios con final aceptable requieren retirar carbono de la atmósfera. Aunque algunos gobiernos han implementado políticas públicas y programas que están reduciendo las emisiones, esto no está ocurriendo con la celeridad necesaria. El conjunto de gobiernos nacionales e industrias han sido negligentes en hacer su parte, y hay varios que están redoblando su dependencia de los combustibles fósiles. Toca a la sociedad civil y a los gobiernos locales impulsar la implementación de las rutas de mitigación planteadas por el IPCC.