La semana pasada, celebrando el Año Internacional del Saneamiento, tocamos el tema de la disposición de residuos sanitarios. Por ejemplo, revelamos la grave contaminación doméstica por enterobacterias que provoca la costumbre de disponer del papel higiénico usado en botes en lugar de depositarlo en el retrete. Pero nos quedaron pendientes algunos puntos, como el argumento ambiental que esgrimen algunos amigos de este autor en favor de lo que podríamos describir como la versión doméstica del fecalismo al aire libre. En particular afirman que esta práctica se justifica porque el papel contamina más que el resto del material que se descarga y que la tecnología de tratamiento de aguas no está diseñada para lidiar con la celulosa (si esto fuera cierto, tampoco sería recomendable alimentarse con fibra comestible).
Se me hace que este argumento ambiental no es del todo válido. Un indicio es el hecho de que en otros países, donde también se utiliza el papel higiénico, el drenaje y las plantas tratadoras de agua transportan y procesan dichos desperdicios. Y es que, como lo muestra un estudio publicado recientemente en la Revista del Consumidor, un atributo importante para elegir marcas debe ser la velocidad con la que se deshace el papel. El estudio es bastante interesante. En México existen papeles higiénicos de una (como el que ponían en mi primaria, que era como de papel de estrasa, pero verde), de dos y hasta de tres hojas. Solamente existe una marca China en el mercado nacional, pero es una de las que salieron peor en la evaluación. Algo que no sabía esta columna es que existe un cuerpo normativo del papel higiénico. Entre otros parámetros, está regulado que los cuadritos deben medir 10.5 cm por lado. El estudio enlista todos los parámetros que fueron evaluados para las diversas marcas de papel higiénico. Ninguna de las marcas fue “Excelente” pero ninguna fue “Mala”. La mayoría fueron “Muy Buenas” o “Buenas”, aunque hubo un número considerable de marcas “Regulares”. Para evitar problemas legales con las diversas compañías papeleras, sugerimos a los lectores consulta el mencionado artículo.
Una versión rústica–porque se refiere al caso de las letrinas que se construyen en diversas situaciones rurales y/o remotas–del argumento ambiental para la separación del papel higiénico es la “certeza” generalizada de que el proceso de compostear los residuos sanitarios se retrasa sustancialmente y hasta puede ser inhibiido cuando incluye el papel. Además, en algunos casos también se recomienda evitar orinar en la letrina, con el mismo argumento. Sin pretender ser expertos en fermentaciones sólidas, la disciplina que estudia procesos como el composteo, podemos señalar que existen algunos estudios que sugieren que el “enriquecer” la composta con papel resulta en un humus de muy alta calidad (siempre y cuando se esterilice para poder usarlo como abono para hortalizas). Asimismo, existen estudios que indican que la adición de orina a la composta genera un abono con un alto contenido de nitrógeno. Para las plantas, eso es muy nutritivo.
Otra supuesta justificación para separar el papel higiénico, a la que también podríamos incluir en el rubro de lo ambiental, afirma que el papel contamina más que las heces además de que las instalaciones sanitarias, no importa si es drenaje o fosa séptica, se tapa con el papel. En este caso, podríamos contestar que el papel representa una fracción relativamente pequeña del volumen de la descarga, que para el caso de los inodoros ahorradores de agua son como 6 litros.
En el caso de las fosas sépticas, la proliferación bacteriana convierte al contenido de la mencionada fosa en una especie de semilíquido relativamente homogéneo que generalmente es extraído con un camión bomba. Seguramente los lectores se habrán encontrado con alguno de estos camiones bomba que recorren la ciudad. En la mera hora del tráfico, este autor se los ha encontrado afuera del Mercado Independencia. La tecnología para vaciar fosas sépticas está bastante avanzada, sobre todo en lugares como Mérida dónde el suelo, o más bien una capa casi impenetrable de roca caliza, impide el establecimiento de una red de drenaje. Por cierto, en esa ciudad la mayoría de las fosas sépticas son como pozos excavados sin un aislamiento adecuado del resto del suelo, por lo que siempre existe el riesgo de contaminación hacia los mantos freáticos.
Consultando la literatura académica, me llamó mucho la atención el encontrar que existen revistas serias especializadas en el llamado papel tisú (servilletas, toallas de papel y papel higiénico). Si bien son revistas de la industria, presentan el estado del mercado. Por ejemplo, el mercado de este tipo de papel representa 5 mil millones de dólares anuales en la región latinoamericana. Tres cuartas partes de ese dinero se debe a la venta de papel higiénico, del cual 60% se vende en Brasil y México. Pero los hábitos de consumo difieren entre nuestros países. Por ejemplo, los papeles más lujosos (con aromas, texturas o empaques bonitos) son más populares en Brasil, donde generan 76% del ingreso del mercado, mientras que en nuestro país solamente generan un poco más de la mitad.
Con esto terminamos este rollo. La próxima semana tendremos que empezar con uno nuevo. Mientras invitamos, como siempre, a los lectores a visitar el blog en ecolibrios.com, donde podrán consultar algunas referencias relacionadas con el tema de hoy, además de plasmar sus comentarios.