Algunos lectores se habrán topado con ésto -o ellos mismos lo publicaron- en
sus Timelines de
Facebook
y
Twitter
:
El
principal
argumento
de
esa
postura
es
la
estabilidad
macroeconómica
que
le
ha
ganado
a
México
su
membresía
en
la
Organización
para
la
Cooperación
Económica
y
el
Desarrollo
(OCDE),
algo
así
como
el
club
extendido
de
los
países
ricos,
en
cuyos
estudios
México
tiende
a
estar
cerca
del
final
de
las
listas
de
los
distintos
indicadores
de
desarrollo.
Digamos
que
ni
con
el
nuevo iPhone
Discrepo
profunda y vehementemente de la celebración de la presidencia de
Calderón y de la percepción de que su estancia en los Pinos deje un
saldo positivo. Por lo menos en los temas que me son familiares me
queda claro que su gestión fue un desastre agravado por el clima de
inseguridad que provocó su estrategia de legitimación -como vio que
a Bush le funcionó inventarse una guerra y ni modo de invadir
Belice…
Presento
cuatro viñetas que ilustran el punto:
1.
Durante
todo
su
sexenio,
según
los
datos
disponibles,
Calderón
violó
lo
dispuesto
en
la
Ley
General
de
Ciencia
y
Tecnología,
la
cual
manda
que
se
destine
por
lo
menos
1%
del
PIB
a
este
rubro.
Sin
embargo,
el
presupuesto
de
ciencia
apenas
alcanzó
0.37%
del
PIB,
según
las
propias
cifras
que
el
país
le
reporta
a
la
OCDE
y
un
interesante
mea culpa legislativo.
No
solo
no
aumentó
la
asignación
para
Ciencia
y
Tecnología
sino
que
fue
menor
que
con
Fox
(0.41%
del
PIB
en
su
último
año).
Como
0.37%
<
0.41%,
entonces
no
estamos
mejor
que
hace
seis
años.
2.
Tanto el Sistema Nacional de Investigadores como los estímulos que
distribuye la Secretaría de Educación Pública a través del PROMEP
-ambos son suplementos a los sueldos más bien bajos de los
académicos mexicanos- desincentivan la ejecución de proyectos
arriesgados que lo mismo podrían terminar siendo loados en Estocolmo
que archivados en la caja del papel para reciclar. Si bien ambos
programas anteceden a la docena panista, no se hicieron ajustes a
estas políticas públicas para que mejore la calidad de la ciencia
en México (ni para que los académicos puedan jubilarse dignamente,
porque, al no ser parte formal del salario, esos ingresos se pierden
al jubilarse). ¿Estamos mejor que hace seis años? No, estamos
igual.
3.
Los egresados de los programas de doctorado de todo el mundo se
enfrentan al hecho de que no hay suficientes trabajos en las
universidades. Esto se ha paliado con la figura del investigador
postdoctoral, ese grupo que se encuentra en el limbo académico y
laboral. Ya son investigadores independientes, pero sólo en
términos intelectuales. En términos de presupuesto, las becas de
investigación postdoctoral les permiten madurar sus ideas, terminar
de publicar la tesis y entablar colaboraciones con otros colegas,
mientras consiguen trabajo en alguna institución. En México, el
CONACYT tiene un programa de becas postdoctorales que permiten a los
nuevos doctores tener un colchón de dos años entre el doctorado y
la vida laboral. Sin embargo, este año -en el que durante tres
meses presenciamos el derroche de nuestros impuestos en la simulación
electoral de la primavera- no alcanzó la lana. A varios cientos de
postdocs que ya se encontraban en el extranjero becados por CONACYT
asumiendo que contarían con un segundo año de apoyo simplemente se
les comunicó que no habría convocatoria de renovación antes de
enero de 2013, en el mejor de los casos. Fomentar la fuga de
cerebros, a otros países o a otras actividades, de ninguna manera
puede interpretarse como progreso ni como desarrollo y menos por un
error de planeación tan burdo.
4.
Pero la “no es guerra” contra el crimen organizado también
ha tenido un impacto negativo en la investigación científica de
México, sobre todo en aquellas ramas de las ciencias ambientales y
de las humanidades que requieren acudir a sitios remotos. Cuando el
propio INEGI decide modelar la población en algunas regiones en
lugar de mandar a alguien contarla, como dios manda, es que algo está
muy mal. Cada vez es más frecuente escuchar sobre proyectos de
campo cancelados o por lo menos reubicados por cuestiones de
seguridad. Hace seis años uno podía plantear hacer investigación
de campo casi en cualquier parte y bastaba tener un acercamiento con
las comunidades o evitar transitar por ciertos predios. Hoy es por
demás irresponsable plantear trabajo de campo en algunas regiones,
como si no pasara nada, y el resultado de la generalización de la
violencia hace que el trabajo de campo en cualquier parte del país
sea peligroso, por puro azar.
Ajá,
gracias señor Presidente.
Adenda
1.
Hoy quería discutir la investigación francesa sobre las ratas que
aparentemente se enfermaron por comer maíz transgénico. Sin
embargo, los recientes actos de violencia de los que han sido objeto
diversos científicos mexicanos -incluyendo la desaparición,
afortunadamente temporal, de Aleph Jiménez- me obligan a posponerla
hasta la próxima semana. Sirve que esperamos la reacción de
Monsanto.
2.
Dato curioso: el reporte legislativo citado arriba utilizó los datos
de la OCDE -que se terminan en 2007, el primer año de Calderón- en
vez de revisar los presupuestos que ellos mismos aprobaron.
¡Hablando del libre acceso a la información!
3.
Aunque
no
he
visto
“Hecho
en
México”
-un
documental
comisionado
por
Televisa-
por
razones
geográficas,
los
videos
promocionales
que
están
disponibles
en
internet
me
sugieren
que
esta
película
podría
ser
el
equivalente
sexenal
de
Solidaridad.
Si
el
próximo
presidente
se
va
a
legitimar
con
publicidad
en
vez
de
someternos
a
la
violencia
de
estado,
aunque
sea
en
ese
sentido

estaremos
mejor
que
hace
seis
años.